Hay que saber que hace muchos años, las gentes aprendían los oficios, bien de padres a hijos o bien poniéndose a disposición de algún maestro que les enseñara. Así si el padre era panadero, enseñaba a su hijo el oficio de panadería, si era herrero le enseñaba el arte de fundir y manejar el hierro. Ocurría en ocasiones que un hijo no deseaba aprender el oficio que su padre tenía y entonces se marchaba a casa de otro que necesitara de un ayudante. Muchas veces el trabajo se hacía gratuitamente, es decir se consideraba que con lo que aprendía el ayudante y la comida y habitación estaba el aprendiz requetepagado. Eran otros tiempos. Nuestra historia va de un aprendiz, pero no de un oficio cualquiera, no, un aprendiz de mago, brujo, hechicero o como queramos llamarle. Se fue nuestro aprendiz de su casa y tocó a las puertas de un famosísimo mago, que se había enterado antes de ir estaba necesitado de alguien que le ayudara en los quehaceres domésticos. El mago vio ...
Cuentos de tradición oral respetando lo mas posible el original aunque le pongo mi toque personal.