En esa granja, como en cualquier granja del mundo, por primavera nacen las crías.
La gallina tiene pollitos, la oveja corderitos, la vaca terneritos y la pata patitos.
La pata de esta granja estuvo mucho tiempo empollando sus huevos y por fin llegado el día los huevos empezaron a romperse y salieron los patitos, al principio desgarbados pero a medida que el sol los calentaba sus plumitas amarillas comenzaron a relucir y estaban todos de lo mas bonito que se puede ser.
Pero, de pronto de uno de los huevos salió un patito que lejos de ser rechoncho como sus hermanos y de plumaje amarillo era mas bien de color como el de la ceniza, gris y además era mas alto que los otros y con un pico ancho.
Mama pata y los patitos se quedaron atolondrados ante semejante adefesio.
- ¡Qué feoooooo!!!!! - dijo uno de los patitos.
- No tiene nuestro mismo color - dijo otro.
- No se parece en nada a nosotros - dijo un tercero.
Mama pata lo miró con ojo avizor y se temió que le hubieran dado gato por liebre, esto quiere decir que quizás mientras ella estaba dormida alguien le hubiera colado el huevo de otro en su nido y ella lo hubiera empollado igualito que había hecho con sus patitos.
Como no estaba segura de lo que podría haber pasado salió en procesión por la granja para que todos vieran su prole.
Ella delante y los patitos todos amarillitos y rechonchos detrás y al final de todos, nuestro patito feo que para peor ni siquiera tenía la gracia al caminar de sus hermanitos y mas malo todavía mientras los patitos contestaban a mama pata cuando ella decia cuac los patitos respondian cuac y el patito feo cook.
Enseguida lo mandaron a callar y muy disimuladamente mama pata le pidió que caminara un poquito por detrás.
El patito feo no entendía que pasaba, porqué lo trataban diferente?
La gallina ponedora, oronda y rodeada de sus polluelos saludó a mama pata y sus crías pero en cuanto vio al patito feo soltó una sonora carcajada que no disimuló nada, nada.
Oh, jo jo jo jo, señora pata tiene ud. unos patitos muy bonitos, pero, todos no, oh jo jo jo jo.
La vaca que pastaba tranquilamente con su ternero también saludó a mama pata pero en cuanto atisbó al patito feo mugió tan fuerte que todos en la granja vinieron a ver que estaba ocurriendo.
Muuuuuuuu, pero, esto qué es?
El pobre patito feo de pronto se convirtió en el hazmerreir de todos.
Pero, qué poca compasión tenemos a veces verdad?
Nadie se ponía a pensar en lo que el patito sentía.
Todos daban su opinión entre carcajadas.
Señora pata pero qué ha hecho usted?
Uyy!!! pero, qué feo le ha salido éste.
Ejem, seguro que es suyo?
Nadie se fijaba en los otros patitos, hermosos, amarillos, rechonchitos y preciosos, solamente hablaban del patito feo.
Y ese fue el primer día, pero, con el paso de las semanas lejos de aceptar que este patito simplemente era diferente, ni mas guapo ni mas feo, ni mas alto ni mas bajo, ni mas gordo ni mas flaco, solo era distinto; pues bien, en vez de que los animales de la granja lo aceptaran como era (al fin de cuentas el patito feo no podía cambiar su apariencia, qué culpa tenía él de ser distinto a sus hermanos?) cada día lo trataban peor, si quedaban en ir a nadar se marchaban todos sin avisarle, si quedaban a jugar, lo excluían sin miramientos....
El patito se sentía humillado, abandonado, triste, y pensó - aquí nadie me quiere, me iré a buscar algún sitio donde pueda encontrar alguien que me ame aunque sea un poquito.
Muy triste pensando que tenía que alejarse de lo que consideraba su hogar tomó el sendero en medio de la noche y se alejó de la granja.
Llegó a un lago y oyendo unos graznidos se asomó por entre los juncos y descubrió a dos hermosas aves de color blanco con un enorme cuello.
Oh - dijo el patito - pero, ¡qué aves mas hermosas! - pensó en acercarse a ellas, mas temiendo que lo despreciaran al igual que habían hecho todos en la granja se marchó del lago.
Alejado de todos por temor a ser rechazado, el patito erró por varios días y semanas e incluso meses, huyendo y alejándose de todo y de todos.
Veis el daño que puede ocasionar el desprecio y la humillación en el corazón de las personas?
En esa huida llegó el otoño y luego el invierno con su nieve y las rachas de viento frío.
El patito llegó tiritando ante una pequeña casa en donde vivía una anciana con un gato y una gallina.
La anciana al verlo pensó que si lo engordaba bien podría ser una buena pitanza en unas pocas semanas.
Tanto el gato como la gallina que en esa casa vivían eran muy presumidos y como no conocían mas que lo que había entre esas cuatro paredes y dado que su conocimiento del mundo era muy limitado pues únicamente hablaban entre ellos, tenían la creencia de que todo cuanto opinaban era la verdad mas absoluta, lo cual los convertía en pedantes, y en la mayoría de las cosas faltos de razón.
El patito que había conocido mundo, al menos mucho más mundo que los habitantes de esa pequeña casita campera, se limitaba a escuchar aquellas interminables conversaciones presuntuosas que el gato y la gallina mantenían a todas horas.
Si es que - opinaba el gato - ya se sabe, los gatos somos los preferidos por nuestros amos, yo en esta casa tengo papel primordial para mi señora, no necesita bañarme, ni limpiar mis necesidades pues soy lo suficientemente aseado como para hacerla trabajar en esas cosas.
Ya - le respondía la gallina - pero, pones huevos? yo cada mañana le tengo un huevo en mi nido para que desayune.
No, por supuesto que no, pero le espanto a los ratones, desde que estoy en esta casa ni uno, ni uno se atreve a entrar, ni siquiera asoman el hocico.
Y tú? - le preguntó la gallina al patito - que puedes ofrecerle a la ama de esta casa?
Ya he visto que de aseado nada - le dijo el gato -
Ni pones huevos - se apresuró a decir la gallina -
El patito callaba, se alejaba a un rincón y allí se mantenía oyendo las tertulias de gato y gallina.
Hum, si, vete a tu rincón - este forastero no sabe ni abrir la boca - le dijo el gato a la gallina -
Pensará que puede sustituirme - le contestó ella - si no sabe poner huevos.
Entre los dos le hacían la vida imposible al considerarlo un intruso, no le hablaban, lo ignoraban y cuando la señora se sentaba cerca del fuego el gato se le subía al regazo y la gallina clocaba a sus pies impidiéndole que se acercara para recibir algo de cariño, si se le ocurria hacerlo el gato le bufaba y la gallina lo picoteaba.
El patito estuvo aguantando mientras pudo, le ponían comida, estaba calentito y se mantenía alejado del gato presuntuoso y la gallina clueca, de sus comentarios petulantes y sus opiniones jactanciosas.
Un buen día asomándose a la puerta vio lucir un sol espléndido y comprendió que el crudo invierno estaba acercándose a su fin.
En un descuido de gato, gallina y anciana corrió hacia la puerta y se alejó de aquel lugar donde lo habían alimentado pero no aceptado.
Vagabundeó por los campos alejándose de todo y de todos, estaba cansado de ser ignorado, insultado y ofendido sin razón alguna, en su soledad pensaba en qué derecho tenían todos de ser tan desagradables con él.
Qué se creían sus hermanos patitos rechonchos y amarillitos si todos eran iguales, no se diferenciaban unos de otros.
Qué se creían los animales de aquella granja en que vino al mundo, si no conocían nada aparte de la granja, había mucho mundo más allá.
Qué se creían el gato y la gallina que presumían de no saber nada de nada, hablaban con mucha certeza de su pequeño reino, él había visto mucho más mundo que ellos.
En su soledad, pensaba y reflexionaba sobre todo lo que le había ocurrido en la vida.
Porqué rechazamos al extraño?
Porqué alejamos al diferente?
Porqué juzgamos sin saber?
Porqué ofendemos sin pensar en lo que al otro pueda dolerle nuestra forma de actuar?
En estos pensamientos estuvo yendo de un lago a otro, de un camino a otro, de un sendero a otro y así vio florecer los campos, y aparecer en los árboles las hojas y los frutos.
Sin darse cuenta crecía y cambiaba de plumaje pero al mantenerse alejado de todos no podía saber lo diferente que era ahora.
Una mañana de primavera acercándose a un lago observó a las hermosas aves que siempre habían llamado su atención, eran tan hermosas, tenían aquellos plumajes tan blancos, limpios y cuidados y con esos cuellos curvados elegantes.
Esta vez decidió acercarse a ellas, estaba cansado de huir de todo.
Al aproximarse comprobó que aquellas hermosuras no solo huían de su presencia sino que se acercaban y nadaban a su lado.
Asombrado vio el reflejo de su imagen en el agua, él, era él una de aquella aves maravillosas, no era un patito feo, era un cisne.
Había encontrado su lugar en el mundo, sus hermanos de raza.
Aquello lo hizo reflexionar mucho.
No era feo, simplemente era diferente.
Desde entonces el patito que en un momento les pareció feo a todos, vivió feliz acompañando a sus amigos cisnes.
Nunca se rió de las diferencias de otras aves, nunca se alejó de otros animales aun siendo diferentes y siempre aceptó a todos por lo que eran.
Algo que en un principio puede parecer feo con el tiempo se transforma en algo hermoso.
Juzgar sin saber, hace que tratemos mal a los otros.
El mundo no es solo lo que conocemos es mucho mas amplio, grande y diverso.
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