En las misteriosas tierras de Persia hace mucho tiempo vivía un pobre hombre que recogía leña en los bosques para su sustento y el de su familia.
Tenía tres borricos con los que se adentraba en la espesura del bosque y cuando los tenía suficientemente cargados se acercaba a las casas y vendía haces de leña.
Un buen día no encontrando suficiente leña se adentro mucho en la espesura y llegando a una gran loma en la que destacaba unas enormes piedras se puso a recoger leña y a amontonarla para ir en busca de los asnos que había dejado pastando un poco mas lejos.
Estaba en este asunto cuando oyó un estruendoso ruido de cascos de caballo, Alí Baba asustado se subió a lo alto de un enorme árbol por temor a que fueran saqueadores de caminos.
Uno a uno fueron pasando por debajo de donde se encontraba y los empezó a contar, uno, dos, tres..... cuarenta fue el último que pudo contar.
Se fueron posicionando frente a la loma y uno de ellos que debia ser el jefe le gritó a las rocas. ¡ABRETE SESAMO!
Y Alí Baba quedó atolondrado, las piedras se abrieron como empujadas por fantasmas y quedó a la vista una gran caverna a la que entraron los hombres cargados con sacos.
Allí subido y sin hacer el menor ruido Alí Baba solo pensaba en no ser descubierto, pues si aquellos hombres tenían minimamente conocimiento de que había descubierto su secreto seguro que lo mataban.
No supo cuanto tiempo estuvo allí encaramado pero pasado un muy buen rato vio salir a los hombres y el que debía ser el jefe se plantó delante de las rocas y dijo: ¡CIERRATE SESAMO! y al momento las enormes piedras se deslizaron cerrando totalmente la gruta como si nunca hubiera habido nada allí salvo las enormes rocas.
Alí Baba los vio partir y volvió a contarlos, uno, dos, tres, cuatro y así hasta cuarenta.
Bajó del árbol después de mucho rato y acercándose hasta la entrada de la gruta dijo !abrete sesamo! lo dijo así bajito por temor a que lo pudiera oir alguien, y las enormes rocas se deslizaron dejando ver una entrada oscura.
Alí Baba penetró en la oscuridad y esperó unos momentos para que sus ojos se acostumbraran a la falta de luz que allí había y ¡oh! por toda la cueva habia reflejos luminosos, brillos por aquí y por allá, fascinado por lo que estaba contemplando se fue acercando y pudo comprobar que eran verdaderos tesoros; monedas, cofres, joyas, coronas, diademas, brazaletes.... una fortuna que aquellos hombres habían acumulado en las profundidades de la montaña.
Alí Baba enseguida comprendió que los hombres eran asaltantes de caminos, ladrones que guardaban allí su botín.
Al principio pensó que no podía tomar nada de lo que allí estaba guardado, pero luego razonó y se dijo: pero, porque debería tener reparo en no robar a quienes han robado a otros?
Fue a buscar a sus burros y tomando las canastas en donde guardaba la leña las fue llenando de monedas de oro pero solo hasta la mitad cuidandose de poner luego leña encima por si se tropezara con alguien, nadie fuera a sospechar de su verdadero contenido.
Una vez que hubo terminado salió de la enorme cueva y dijo las palabras mágicas:
¡CIERRATE SESAMO!
En tal tarea se le había marchado todo el día así que cuando llegó a su casa ya era bien entrada la noche.
Cuando entró al hogar encontró a su esposa muy angustiada por la tardanza de Alí Baba.
- Pero dónde te habías metido hombre? - le dijo - me tenías toda preocupada.
- Shhh - le dijo Alí - calla mujer, que vas a despertar a los vecinos, la acercó a uno de los burros y le enseñó lo que traía bajo la leña.
La mujer casi se cae al suelo del susto al ver aquel botin que traía su esposo.
Antes de que dijera nada, le contó todo lo ocurrido omitiendo eso si, las palabras que abrian y cerraban la caverna.
Ocultaron bien el tesoro y decidieron gastarlo con cautela para no levantar suspicacias entre los vecinos y Ali salí igualmente todos los días a trabajar pero obviamente se sentaba debajo de un árbol y dejaba pasar las horas, volvía al barrio y vendía algunos haces de leña.
Sin embargo el bienestar es dificil de ocultar y poco a poco fueron saliendo de deudas y aunque lo hacían con mucho disimulo entre los vecinos se murmuraba en qué estaría metido Ali Baba.
Como bien es sabido entre cielo y tierra no hay nada oculto así que el hermano de Alí que tenía buena posición económica y nunca quiso saber nada de su hermano y los problemas que tenía para salir adelante, enseguida se dió cuenta de que su "querido" hermano Ali Baba hacía tiempo que no lo molestaba con sus peticiones de ayuda para pagar a tal o cual en el mercado.
Así que empezó a darle a su cabeza indagando entre los puesteros del mercado a ver que era de la vida de Alí Baba.
- Está bien Kassim (que así se llamaba el hermano de Alí Baba) ha pasado esta mañana por aquí
- Hoy no ha venido, pero ayer me compró un pescado para hacer una sopa.
Un pescado? - pensó Kassim - y de dónde ha sacado dinero ese infeliz para un pescado?
- Hace algunos días vino y me compró unas telas de Damasco, pensé que habría fiesta en la familia.
Telas? de Damasco? pero ese desventurado en que andará metido? - se dijo Kasssim -
Después de darse un buen paseo por el zoco se acercó a la casa de Alí Baba muerto de la curiosidad.
En cuanto le abrieron la puerta Kassim increpó a su hermano.
- Ah, mal hermano, desgraciado, cómo puedes engañar a tu hermano de esta manera tan infame?, traidor, quíen te ha enseñado esa forma de ser? cómo puedes esconder de tu querido hermano que siempre me he quitado el pan de la boca para ponerlo en la tuya que nadas en la abundancia y prosperidad?
Alí Baba estupefacto, no sabía que responder.
No me mires con esa cara de tunante - continuó Kassim - he preguntado en el mercado por ti apenado por tu ausencia y me he enterado que andas comprando a troche y moche.
Dime en qué andas metido? acaso te has metido a delincuente? no, no me contestes truhan, no quiero saberlo, no quiero ser cómplice de tus tracalerias y desventuras.
Pero, pero, - balbuceaba Ali - de que me hablas Kassim?
Y aun me lo niegas, - le dijo Kassim llevándose las manos a la cabeza dramáticamente - porqué? porqué me tratas de esa manera tan desconsiderada? que te he hecho yo Ali? no he sido buen hermano siempre? no he sido sincero contigo cada vez que lo has necesitado? mi casa siempre ha sido tu casa, lo mio ha sido tuyo, mi pan ha sido tu pan....
En esto salió la mujer de Alí que estaba escuchando desde la cocina la conversación y poniéndo caras a todo cuanto Kassim hablaba - qué? de qué amor hablas Kassim? nunca has tenido un gesto para con tu hermano Alí, hemos pasado muchas necesidades y nunca nos has ayudado mas que con buenos consejos "ya te dije que ahorraras" si no tienes para carne no la compres" "para que quieres comer tres veces al día si con una basta y sobra"
Ali se ponía el dedo índice en la boca haciéndole señas para que se callara, pero, ella que ya había aguantado bastante y además se las tenía reservadas desde hacía tiempo prefirió seguir dándole a la sin hueso.
No, no me callo, ya va siendo hora de que alguien le diga cuatro cosas a este hermano tuyo que mas parece un prestamista que un hermano.
Oh, vivir para ver - dijo Kassim haciéndo que lloraba - ahora tengo que aguantar insultos y malos tratos por parte de esta mujer a la que he querido como si fuera también hermana, sangre de mi sangre.
Bah - melodramas baratos - contestó le esposa de Alí - hermana, ya, ya, pero si nos compraste la sortija de matrimonio por no dejarnos el dinero cuando nos querian quitar los burros que son nuestro sustento.
No, sigas, no sigas por favor - le dijo Kassim tumbándose en un viejo sillón que había en el patio y tocándose el pecho como si cada palabra de su cuñada fuera un puñal que le clavaban en el corazón - yo que tanto me he preocupado por vosotros, yo que siempre os he tenido en mi mente, porqué porqué hay tanta ingratitud en el mundo? - dijo gritando -
Bueno - intervino Alí en la reyerta - basta ya que todos nos están oyendo -
Pues que oigan todos - dijo su esposa - tu hermano siempre nos ha ignorado, despreciado y se que en mas de una ocasión le ha dicho a sus criados que ni nos abrieran la puerta.
Kassim hacía que lloraba despatarrado en el sofá haciéndo señas al cielo con sus manos y luego a Alí y su esposa en una conversación mental con el buen Dios al que le estaba comentando el mal trato que estaba sufriendo en casa de su querido hermano.
Ya basta, - concluyó Ali - está bien Kassim te contaré lo que ocurre, no se como te has enterado pero has de saber..... y Ali pacientemente le narró a su hermano todo cuanto le había sucedido aquel día, lo de la cueva, los ladrones e incluyó también las palabras que abrian y cerraban la cueva con los tesoros.
Kassim abrió los ojos avariciosamente a medida que su hermano narraba los acontecimientos y ya en su mente se imaginaba en el escondrijo, bañándose en los tesoros y disfrutándo de los mismos.
Por fin Ali terminó su relato y Kassim cambiando prontamente de actitud lo miró despectivamente y le dijo- ves, no ha sido tan dificil contarle a tu hermano esa aventura que tuviste, me alegro por ti querido Ali, espero que sepas disfrutar del tesoro que has traido y sepas administrarlo correctamente para que nunca te falte nada.
Ali lo miró desconcertado, esperaba al menos que Kassim le pidiera parte de lo que había traído de la cueva, pero no, su hermano se alegraba de su fortuna y además le estaba dando consejos de como usarla para que le rindiera.
Si, si, - prosigió Kassim hablando - pon cara de incredulidad, pero no querido hermano, ya ves que mi peocupación es sincera, ahora me marcho a mi humilde hogar, disfrutad de vuestra fortuna y si alguna ves necesitáis consejo, ayuda, socorro de cualquier tipo, de cualquier tipo, ya sabéis donde podréis encontrarme, mi casa como siempre será tu casa querido hermano - le estampó dos sonoros besos en ambas mejillas otro en la frente y salió de la casa.
Ali se quedó mas bien atontado ante la actitud de Kassim, nunca le había hablado de esa manera y mucho menos besado.
Su mujer por el contrarió entrecerró un ojo mascullando en su interior que estaría tramando Kassim del que no se fiaba ni un pelo.
Kassim por su parte tenía muy claro cuales eran los pasos a seguir, mañana mismo antes de despuntar el alba llevaría un rebaño de camellos a las puertas de la maravillosa cueva y sacaría todo cuanto pudiera de allí.
Mucho antes de que el sol alcanzara a asomarse por el horizonte ya Kassim tenía los camellos listos con grandes cestos, sus criados no habían pegado ojo esa noche obedeciendo las extrañas órdenes que kassim les daba atropelladamente.
Lo veian aufórico, lleno de una extraña alegría, y raramente amable para con ellos.
Partió con su caravana de camellos el solo, sin tansiqueira un criado que lo ayudara, aquello extrañó sobremanera a todos en la casa.
Era noche cerrada cuando Kassim atravesaba las calles del barrio, muy pronto se encontró a las afueras y encaminó su ruta hacia la cueva que Ali le había indicado, la encontró sin dificultad, su hermano era un buen narrador y no dejaba detalle fuera de sitio lo que facilitó su viaje.
Al llegar ante la inmensa roca se quedó asombrado, dijo las palabras mágicas solemnemente - ABRETE SESAMO - y la cueva quedó abierta ante los avariciosos ojos de Kassim.
Entró apresuradamente y al ver tanto oro, tantas piedras preciosas, tanta plata, quedó fascinado, comenzó a reir y recorrió saltando y gritando la gran profundidad de la caverna que le parecía sin termino, las monedas y tesoros se apiñaban a uno y otro lado.
Afuera los camellos esperaban, de pronto se asustaron mucho pues un gran estruendo se escuchó a lo lejos y a medida que se aproximaba el fragor de cascos los camellos comenzaron a asustarse y se fueron desperdigando dejando caer los cestos al suelo.
Los ladrones quedaron estupefactos al ver su cueva abierta, sacaron las espadas y entraron muy enfadados en el interior donde los esperaba Kassim embobado con tanta riqueza.
Pasados los días en la casa de Ali seguia la vida como siempre, para no levantar sospechas todas las mañanas salía con sus burros a buscar leña, traía algunos hazados y los vendía a quien se los solicitaba, por supuesto ya no se daba la mala vida que antes tenía, pues no dependía de ese quehacer para sostenerse, sin embargo había quedado con su mujer en vivir dismuladamente para que sus vecinos no preguntaran a que se debía su mejor nivel de vida.
La esposa siempre suspicaz al pensar en Kassim arrugaba la nariz, entrecerraba un ojo y torcía la boca hablando consigo misma interrogándose por el paradero del hermano de Ali, hacía mucho que no sabían nada de susodicho y le parecía muy sospechoso tanto silencio.
Vívia en la casa de Ali una chica a la que había cuidado desde pequeña llamada Luz pues habiendo quedado huérfana de un vecino suyo y no teniéndo quien cuidara de ella la tomaron por hija.
Llamándola la esposa de Ali la envió a casa de Kassim con la excusa de pedir un cántaro de aceite y que de paso indagara entre los criados con mucho disimulo que había pasado con su tío al que hacía mucho no veían.
No tardó mucho en volver Luz y contarle a Ali y su esposa lo que había averiguado.
- y Bien - le preguntó la mujer
Me han dicho los sirvientes que Kassim partió hace muchos días con una caravana de camellos y no había regresado todavía.
Pero - preguntó Alí - y no te dijeron a donde se dirigía con semejante caravana?
- A dónde va a ser? - interrumpió la esposa - a la cueva, so tonto, si ya lo sabía yo, lo tenía escrito en esa cara de dromedario que tiene, en cuanto salió de aquí el día que le contamos todo se le veía la avaricia en el rostro.
Alí no sabía que responder.
Lo extraño - siguió hablando Luz - es que nadie sepa nada de Kassim desde hace tantos días, le habrá ocurrido algo malo? puede que le hayan asaltado bandidos, o que tuviera un accidente y este tirado herido en algún lugar.
Ali asustado enseguida se montó en un burro y partió en la oscuridad de la noche.
Hizo el recorrido hacía la cueva por ver si descubría a su hermano tirado en algún rincón del camino, alcanzó a ver camellos errando y su corazón palpitó asustado podrían ser los de Kassim.
Llegando ante la cueva dijo las palabras mágicas y entró en ella. Quedó espantado, estaba el suelo lleno de sangre y esparcido y cortado en seis pedazos yacía su hermano Kassim.
No tardó en comprender lo que había ocurrido, llorando y rezando al mismo tiempo tomó los pedazos los puso sobre el burro y se los llevó a casa.
Su esposa quedó aterrada cuando vio llegar a Alí y le mostró lo que había encontrado en la cueva.
Alí - le dijo - pero, que has hecho?
Mujer que esperabas - contestó él lloroso - no podía dejar el cadaver de Kassim alli tirado, habrá que darle sepultura.
Pero - le dijo ella - te das cuenta que en cuanto lleguen esos ladrones sabrán que hay mas gente que conoce el secreto?
Ali la miró sorprendido, no había pensado en ello.
Qué haremos? - preguntó aturdido - Cómo le daremos sepultura sin que nadie pregunte y tengamos que contarle todo cuanto ha ocurrido?
Y - le interrumpió ella - con mucho cuidado Alí de a quien le contamos nada porque esos ladrones comenzarán a averiguar por todas partes quien es el que sabe el secreto de la cueva.
Luz que contemplaba todo sin decir nada, los miró tan angustiados que acercándose los consoló y les dijo: no os preocupéis, conozco yo a un zapatero remendón que es ciego, pero que tiene una manos impecables para coser cueros. Lo traeré mañana, ya me inventaré algo.
Al día siguiente salió Luz al mercado y acercándose al puesto del zapatero comenzó a hablar con sumo sigilo.
- Me extraña que siendo ciego puedas coser tan bien como dicen tus clientes -
- De qué te extrañas? no sabes que a quienes les falta un sentido se les aumentan con creces los que le quedan? mis manos son mis ojos, con ellas puedo ver el mundo mejor de lo que tú lo ves con tus propios ojos.
- No se yo, si lo que dices es cierto o no - le contestó ladinamente Luz.
- Mujer, qué quieres que cosa que tanto reparo pones con mi ceguera?
- Hum, aparte de que seas habilidoso con las manos me gustaría saber si podrías mantener además la lengua en su sitio pues lo que necesito que cosas tiene que ser de lo mas discreto, por ello te pagaría muy bien si haces el trabajo que quiero encomendarte bien y si sumas el silencio te pagaré el doble.
El zapatero mantuvo un silencio largo, barruntando en su mente que clase de proposición le podía traer aquella persona.
- Y bien? - le dijo Luz - puedes hacer el trabajo que necesito si o no.
- Qué trabajo es ese que quieres que te haga?
Luz le hizo un enredo magistral de cueros sueltos que se le habían roto y desparramado el contenido, de como ella torpemente los había querido coser quedando los mismos amorfos y descuidados, y que volviendo sus señores de viaje deseaba mostrarle los cueros bien cosidos como si nada hubiera ocurrido en la casa mientras ellos estaban fuera.
El zapatero un tanto atarullado con la explicación, pero pensando también en los buenos dineros que le pagarían aceptó el encargo.
Esa misma noche cuando todos dormían fue a buscar al zapatero y lo llevó hasta la casa haciendo un recorrido larguisimo para que el buen hombre no supiera a donde lo estaba encaminando.
Cuando por fín llegaron a la casa lo metió en el cobertizo y uno a uno le fue pasando los pedazos de Kassim para que los fuera uniendo con su magistral trabajo.
Pero - preguntó en un momento dado el remendón a Luz - de que has rellenado estos cueros?
De carne de camello - le dijo rapidamente - haz tu trabajo y no preguntes mas, que ya sabes en que hemos quedado.
Realmente el zapatero hizo un trabajo sensacional, Kassim quedó cosido y por lo menos unido, no es que diera muy buena impresión aquel cuerpo suturado por el zapatero, pero con unas buenas sabanas que lo cubrieran quedaría listo para ser sepultado sin que nadie preguntara nada.
Luz devolvió al ciego a su casa haciendo otro recorrido diferente al anterior con la idea de que el hombre no supiera ni por donde había ido, ni por donde había regresado y por supuesto no tuviera idea de en que barrio o calle había estado.
Le pagó con dos monedas de oro por su trabajo y por el silencio que debería guardar por el mismo.
Sepultaron a Kassim bajo la supervisión del Imán y pensando que por fin todo había acabado se sentaron a tomar el te con los amigos de la familia que habían venido a darles el pésame.
Los 40 ladrones cuando regresaron a la cueva y comprobaron que alguien había entrado nuevamente en su escondite, entraron en furia y decidieron encontrar a quien conocía su secreto,
Partieron varios de ellos a las villas y aldeas próximas, a los caminos y a los pastos de ganado para indagar con muchísimo sigilo si alguna persona había aumentado su gasto, sus pertenencias o su forma de vida así de un día para otro, ya se sabe que muchas veces no es fácil guardar la vanidad y la presunción y en cuanto podemos mostrarles a nuestros vecinos que nos sobran riquezas ostentamos con ropas, compras o fiesta.
No corrieron con mucha suerte las ladrones en su búsqueda, pero un día, uno de ellos que visitaba a su familia por los barrios en que Ali Baba vivía y mas o menos conocía a todos y cada uno de sus habitantes, caminando por sus calles acertó a ver al zapatero remendón y lo notó mas contento, mejor vestido e incluso con herramientas nuevas.
Sospechó inmediatamente si no fuera él por su problema de vista el intruso, pero quizás alguno de sus parientes o conocidos podrían ser el motivo del desespero de los 40 ladrones.
Con mucha cautela se le arrimó y comenzó a hablar con la excusa de llevarle un calzado y saber su precio.
Muy ladino era este ladrón, y le fue sonsacando con halagos, mimos y socarronería de dónde había sacado tan buenas herramientas que le ayudaban en su trabajo, lo agasajó con palabras bonitas y al final logró enterarse de los pormenores de aquel buen pago por ir a remendar unos odres de aceite.
Una vez que obtuvo la información empezó a husmear por el bazar, hablando con tenderos, tomando te y charlando animadamente con los que podía.
Así se enteró de lo bien que le estaba llendo la vida a Alí Babá, lo terrible de la muerte del hermano y lo triste y apresurado que había sido el entierro.
No le hizo mas falta al ladrón que estas noticias para ir hilando una cosa con otra y darse cuenta que era ese el hombre que conocía el secreto de la cueva.
Se fue hasta su jefe y contándole todo cuanto había averiguado tramaron una terrible venganza contra Alí Baba, su casa, su familia y todo lo que hubiera vivo en aquella morada.
Una tarde que Ali Baba estaba sentado en el patio oyó que llamaban a su puerta y se acercó a abrirla.
Un camellero sonriente le saludo y pidió hablar con el.
Amigo, necesito un favor grande de tu casa, soy vendedor de aceite y he venido hasta esta ciudad a ofrecer mi género, como puedes ver se me ha echado encima la tarde y no se donde podría encontrar alojamiento, preguntando a las buenas gentes me han hablado maravillas de ti y de tu hospitalidad, de tu generosidad para con los necesitados y me han indicado que tendrías el gran corazón de guarecerme esta noche en tu hogar.
Ali enseguida abrió las puertas de su casa al fosrastero y llamando a Luz y a su señora pidió que le prepararan una habitación y llevaran a los camellos a las cuadras y les dieran comida y agua.
Luz que era muy avispada tuvo una sensación con aquel hombre y su aparición.
Llevó los camellos y al contarlos vio que eran veinte con dos tinajas de aceite cada uno, disimuladamente golpeó cada una de las tinajas y todas sonaban huecas menos una que abrió y comprobó que era aceite de oliva.
Decidió observar atentamente al huesped de Ali Baba para comprobar sus sospechas.
Desde la cocina observaba muy bien la cuadra y en un momento determinado vio al huesped dirigirse hacia los camellos y hablar a todas y cada uno de las tinajas menos la que ella misma había comprobado que era la que contenía el aceite, después se regreso al cuarto que le habían asignado en la casa.
Luz enseguida entendió lo que estaba ocurriendo, sacó cuentas en su mente y comprobó que eran 39 tinajas y un visitante, cuarenta en total, cuarenta ladrones que buscaban venganza, cuarenta asesinos esperando el momento oportuno.
Corrió hacia el mercado y entrando en la tienda de las plantas medicinales compró una buena cantidad de semillas de belladona argumentando que las quería para envenenar a una plaga de topos que estaban destrozandole la huerta.
Llegándose a la cocina, hizo hervir profusamente las semillas con abundante agua y seguidamente con esa misma agua preparó unos panecillos en los que introdujo las semillas que había comprado.
39 panecillos preparó y hablando con Ali Baba le contó todo cuando había visto y observado de extraño en el comportamiento del visitante.
Ali Baba quedó estupefacto ante semejante noticia, durante la cena habló de diversos temas con el huesped y mientras observaba sus gestos, sacando la conclusión por sus maneras de que efectivamente Luz tenía razón éste era el jefe de los 40 ladrones, de alguna manera habían descubierto que Ali había sido el que entrara en la cueva.
Aunque tenía el corazón en un puño temiendo por su familia y por él mismo disimuló a mas no poder para que el visitante no sospechara nada.
Mientras tanto Luz metía un panecillo en cada una de las tinajas y los ladrones pensando que era su jefe el que les suministraba el alimento lo comieron y quedaron adormilados profundamente.
La esposa de Alí había salido con la excusa de comprar fruta en el mercado y fue corriendo en busca de la policia, les contó todo lo ocurrido y trayendo consigo la guardia apresaron al ladrón que al verse sorprendido gritó a sus tocayos para que salieran de las tinajas pero se llevó la sorpresa de su vida al ver ni uno solo atendía la petición.
Se identificó a los ladrones como los asaltantes de caminos que tenían al país aterrorizado pero que nunca habían sido atrapados.
Alí vivió desde entonces una vida serena y tranquila sin contratiempos.
Luz caso con un rico mercader y con su sabiduría hizo prosperar mucho el negocio.
Los tesoros quedaron encerrados en aquella maravillosa cueva que Ali Baba había descubierto nunca contó el secreto ni las palabras mágicas a nadie.
Si algún día paseais por Persia recordad que en algún lugar hay una cueva muy grande llena de tesoros y recordad también las palabras. "ABRETE SESAMO".
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