Cada cierto tiempo nace un genio, no, no hablamos de los seres fantásticos que conceden deseos, sino de personas normales y corrientes pero que con sus actos y logros han contribuido al bienestar de la humanidad, bien con sus investigaciones y aportes a las ciencias y letras, o bien con sus obras artísticas que alegran los sentidos.
Hombres y mujeres con mentes privilegiadas para entender y dar a conocer sus conocimientos al resto de sus contemporáneos.
Por lo general dedican su vida al estudio y se sacrifican grandemente por entender el mundo que les rodea.
Lo que nos lleva a algo que muchas veces se olvida y es que no hay nada fácil en la vida, todo cuesta mucho trabajo, esfuerzo y tesón.
Hoy conoceremos la vida de uno de estos seres magistrales que ha dado la humanidad.
La persona de la que vamos a hablar no solo fue un genio en su arte sino que además superó con mucho tesón una dificultad de salud que lo acompañó durante toda su vida.
Estamos hablando de Ludwig van Beethoven.
Seguro que con decir el himno de la alegría ya sabes de quién hablamos, pues bien vamos a conocer, su historia, logros y pesares que lo acompañaron.
La familia de Beethoven venía de humildes condiciones, el abuelo fue granjero en Flándes, emigró a Alemania y comenzó a trabajar como maestro de una pequeña orquesta de un príncipe lo que nos dice que sabía música, tuvo tres hijos y el último que sería el padre de Beethoven siguió el camino del abuelo y también fue músico y cantante de esa misma orquesta.
El padre de Beethoven comenzó a enseñar a su hijo música a muy temprana edad, aunque por lógica sabemos que en casa de un músico siempre hay un ambiente musical y aunque no todos tienen la capacidad de entender y apreciar la música lo que de niño se aprende queda en la memoria.
Ya por esas fechas Mozart destacaba como niño prodigio y el padre de Beethoven quiso que su hijo Ludwig también fuera un niño prodigio que por un lado hizo que Beethoven aprendiera a tocar piano, órgano y clarinete, pero por otro lado hizo que el chiquillo fuera solitario y poco dado a relacionarse con otros muchachos, convirtiéndo a Beethoven en un ser apartado de las reuniones y grupos.
Su padre no poseía los conocimientos musicales que Beethoven necesitaba por lo que el propio padre comprendiendo que su hijo tenía mas cualidades de las que podía enseñarle comenzó a buscarle profesores que pudieran sacarle partido a la excepcionalidad del hijo.
Con estos profesores Ludwig comenzó a expandir sus conocimientos musicales y empezó a tocar con orquestas y a moverse con un circulo de gentes instruídas.
Destacó grandemente en esta nueva etapa y encontró amigos que sufragaban sus estudios y viajes, pero al enfermar gravemente su madre tuvo que regresar de Viena (en donde se encontraba ) y hacerse cargo de sus hermanos pues la madre murió de tuberculosis y el padre entró en una gran depresión.
Estuvo trabajando como violinista en una orquesta y dando clases a gentes acomodadas durante varios años para sostener a la familia.
Y en esos momentos se percató de que se estaba quedando sordo, se puede imaginar peor enfermedad para un músico que perder el oído? pues no.
Beethoven se encontró con un gran dilema, vivía para la música y se encuentra con una enfermedad que le impide disfrutar de la misma.
Es cierto que esto le produjo un enorme enfado y hasta pensó en quitarse la vida pero decidió enfrentar su dificil situación y seguir siendo músico, componiendo e interpretando.
A la muerte del padre se regresó a Viena y allí alcanzó gran fama como compositor de grandes obras y hasta óperas.
Los editores de partituras pagaban bien por sus obras pues eran demandadas por todos.
Gracias a la providencia Beethoven entró en contacto con un inventor que lo ayudó mucho con su problema auditivo y le creó cornetas para que pudiera oir mejor, un aparato que lo ayudaba a escuchar el piano y además se dice que fue el inventor del metrónomo, aunque esto no es seguro del todo, lo que si es verdad es que a Beethoven le encantó el invento y propuso y difundió su uso por toda Austria y se empeñó que en las obras que se publicaran suyas se recomendara su uso para de esa manera todos los que las tocaran las interpretaran al tempo que él había indicado.
Debido a su sordera que se incrementaba con los años, poco a poco se fue volviendo ermitaño, vivía alejado del mundo y tenía que comunicarse con el resto de la gente que lo visitaba con unos cuadernos en los que quienes lo visitaban le contestaban escribiendo en esos cuadernos.
Esos cuadernos se coservaron y en ellos puede leerse por ejemplo lo siguiente: tardaré poco, al mercado, legumbres y algo de carne para hacer una sopa...
Éste tipo de escritos son los que hay en dichos cuadernos, se entiende por ejemplo que en la anterior conversación se encuentra Beethoven hablando con la persona que lo cuidaba y le informaba que saldría a comprar alimentos.
También se entiende que desgracidamente Beethoven había perdido totalmente el sentido del oído y la unica forma de comunicarse con el mundo era a través de esos cuadernos.
Es triste pensar que alguien dedicado a la música tenga que terminar sus días sin poder percibir con su sentido lo que ha compuesto, en su mente sí podía escuchar los violines, el piano, los oboes tocando las notas que había puesto en la partitura pero no podía escucharlas en sonido real.
La vida no siempre nos da lo que queremos verdad?.
Murió Beethoven pero dejó toda su obra para disfrute de la humanidad entera.
Beethoven compuso nueve sinfonías, una ópera, dos misas, tres cantatas, dos sonatas para piano, cinco conciertos también para piano, un concierto para violín, dieciseis cuartetos de cuerda, diez sonatas para violín y piano, cinco sonatas para chelo y piano, y además de todo eso, oberturas, obras de cámara, variaciones, arreglos de canciones populares y bagatelas para piano.
Beethoven, uno de esos genios que cada cierto tiempo da la humanidad y que nos dejan sus creaciones.
Una de sus obras "la novena sinfonía" es, no la más, pues tiene muchas obras reconocidas como magistrales pero si una de las mas interpretadas para coro y orquesta.
Tardó 6 años en componerla, cuando se estrenó el propio Beethoven que ya sufría de sordera estaba en el escenario y al finalizar el cuarto movimiento con el coro interpetando la llamada "Oda a la alegría" o "Himno a la alegría" el público se levantó emocionado y aplaudió entusiasmado la composición del gran músico.
Beethoven no había podido oir su novena sinfonía pero seguía con la partitura delante de el cada uno de los movimientos, al finalizar la interpretación una persona le pidió que se diera la vuelta y en ese momento vió al público aplaudiendo fervorosamente y reconociendo su talento, todos de pie, gritando y vitoreándo su obra.
Imaginemos la emoción que pudo sentir Ludwig van Beethoven en ese momento.
El cuarto movimiento escrito por Beethoven, o sea el original de su puño y letra, está en la UNESCO guardado como uno de los legados de la herencia espiritual de la humanidad para que futuras generaciones puedan apreciar y disfrutar de la misma.
Ese cuarto movimiento es desde 1972 el Himno oficial de la Unión Europea.
Cuando podáis disfrutar de alguna de las composiciones de Beethoven recordad siempre que superó con mucho un problema tan grave para un músico como la sordera y aun así logró crear obras tan impresionantes como la que en esos momentos estéis oyendo.
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