Este cuento no es un cuento, es una fábula, las fábulas son cuenticos cortos que por lo general tienen como protagonistas a animales u objetos que pasan por situaciones complicadas y al final siempre hay una enseñanza a la que se llama moraleja.
Hoy contaremos la fábula de la lechera, en este caso la protagonista es una muchacha que vive en una granja y va como sigue:
Había una granja a las afueras del pueblo en donde vivían unos granjeros que tenían una hija.
Todos los días la madre ordeñaba a las vacas y vendía la leche en el mercado del pueblo.
Un buen día, la madre le dijo a su hija: Hija, por favor no me siento bien, tengo catarro y me duele mucho la cabeza, las vacas han dado mucha leche y como hoy es tu cumpleaños toma este cántaro lleno de leche, vete al mercado y con lo que saques de su venta te lo puedes quedar y comprarte lo que mas te guste.
Guau, ¡qué emoción!, todo un cántaro lleno de leche fresca para que lo pudiera vender y hacer con el dinero que sacara lo que quisiera.
Mas rápido que inmediatamente la muchacha tomó el cántaro y emprendió el camino al pueblo.
Mientras caminaba pensaba y pensaba qué hacer con el dinero que obtendría con la venta.
Me compraré una docena de huevos para que las gallinas de la granja los empollen.
Cuando nazcan los pollitos, los alimentaré bien y cuando crezcan los llevaré al mercado y los venderé a buen precio.
Con lo que me den por los pollos bien regordetes me compraré un lechón y lo traeré para la granja, también lo engordaré y le daré muchos cuidados y cuando crezca lo llevaré al mercado y lo voy a vender en lo que tarda un estornudo....
Marchaba nuestra lechera tan embobada en sus pensamientos que no respondía a quienes encontraba por el camino.
Hasta luego - le dijo un señor - ella no le dijo ni hola, ni adiós, ni hasta luego.
Hola - le dijo una señora - y tu madre que no viene contigo, está enferma? ella no dijo ni mu.
Estaba tan entusiasmada con sus pensamientos que ni veía, ni oía a nadie, era ella y nadie mas, ella y sus cálculos de cuánto sacaría y por cuánto vendería y cómo cuidaría a sus animales.
Bueno, la lechera estaba como decimos tan ensimismada en sus ideas que seguía sacando cuentas, estábamos con el lechoncito y ya lo había llevado al mercado, lo vendió en un decir Jesús y con los dineros que le dieron por el cerdito se compró una ternerita, pequeñita, que se llevaría a la granja, la cuidaría muy, muy bien y cuando creciera....
Como dijimos estaba tan, tan centrada en sus delirios de compra y venta y engorde de animales que en eso tropezó con una enorme piedra que había en el camino y cata, ¡catapúm!, cayó rodando al suelo y el cántaro lleno de leche se rompió y la leche se desparramó por el suelo.
Ay! qué tristeza sintió la lechera al ver su cántaro roto, la leche derramada y todos sus sueños allí esparcidos por el suelo.
Regresó a casa con la ropa sucia, llorando y triste, todos sus sueños quedaron allí en el camino al pueblo.
Ahora viene la moraleja:
Cuál pensáis vosotros que es la enseñanza que nos quiere mostrar ésta fábula?
Ah, por cierto, el que escribió por primera vez ésta fábula fue un señor llamado Samaniego.
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