Esta historia sucedió hace muchos, muchísimos años, en un reino desconocido y del que no se sabe el nombre, pero lo ocurrido fue tan sensacional que lo acaecido nos ha llegado hasta nuestros días.
Unos lo cuentan de una manera, y hay quienes lo cuentan de otra forma, pero todos coinciden en lo esencial, la princesa que se mantuvo dormida por pincharse con el huso de una rueca y que solamente un beso de amor podría despertarla de ese sueño.
Este relato extraño y fantástico ocurrió de la siguiente manera.
Hubo unos reyes que vivían en un enorme y gran palacio, gozaban de gran felicidad y eran muy queridos por sus súbditos pues el reino vivía en abundancia y prosperidad.
Los humanos y los seres fantásticos vivían en dicho reino en armonía.
Pero los reyes tenían un gran pesar, no lograban concebir descendencia.
Los años pasaban y por mas que lo intentaban la reina no quedaba encinta.
Consultaron médicos, hierberos, sacerdotes, adivinos.... a todo el que pudiera tener un remedio para que los reyes tuvieran hijos, pero todo fue en vano.
Por fin, las oraciones fueron atendidas y la reina quedó embarazada y a los nueve meses dio a luz a una hermosa niña.
Gran fiesta organizaron, invitaron a todos los nobles, dieron descanso a todos los habitantes del reino y mandaron cartas para que hadas, elfos y nomos vinieran también al gran día en que la princesa sería presentada como heredera al trono.
Por desdicha y entre tanta organización olvidaron invitar a una de las hadas.
Una que ademas era reconcomida, malhumorada y recelosa de todos y de todo, siempre estaba al desquite.
Dicha hada que había estado ausente del reino no conocía el nacimiento de la princesa pero se fue enterado poco a poco del acontecimiento que a todos tenía en inmensa alegría.
Así que un día yendo a comprar escuchó una conversación ente otras hadas que en el mercado triscaban.
Oh, decía una, yo le pienso otorgar el don de la belleza, vaya, le contestaba otra, justo lo que yo había pensado, pero no importa yo le dare el don de la sabiduría, ja ja ja rieron ambas,
Hum, pensó el hada, de qué estarán hablando? regalar dones? a quién?
Se fue luego esta hada a la pulida de alas y oyó otra conversación, no se que ponerme para la gala, decía otra clienta a la pulidora de alas de hada, yo iré de verde, he mandado a hacer un vestido nuevo, le contestaba otra.
Pero, pensó el hada, fiesta? qué habrá ocurrido en mi ausencia que todo está tan alborotado en el reino?
Por fin de camino a casa oyo otra conversación, tendré que pedir hora para que me peinen, si no me doy prisa ire con unos pelos de loca, me teñiré de azul y amarillo haciéndome una gran trenza, oh le contestó otra, estarás guapísima, yo ya tengo cita para un día antes, tendré que dormir sentada para no despelucarme, ja ja ja, rieron ambas.
El hada no pudiendo aguantar la curiosidad, les preguntó, pero, a qué viene tanta alegría, y desorden? por donde voy todo son preparativos de fiesta.
Pero, no te has enterado? le contestó una de la hadas, la princesa, habrá una gran fiesta, todos estamos invitados.
De dónde sales, ha sido un gran acontecimiento, la reina por fin ha tenido heredera y hay una gran fiesta en palacio.
Pues, pues estuve ausente muchos meses y ahora acabo de llegar y vaya, menuda noticia, todos estamos invitados? tendré que revisar bien en casa a ver si encuentro mi invitación, pensó.
Corrió a su casa y buscó, y rebuscó y requetebuscó la invitación pero no la encontró por ningún lado.
Mucho se mosqueó el hada, pensó que habría sido un error, pensó que se habría perdido la invitación, pensó muchas cosas, pero terminó por pensar que simplemente no habían querido invitarla.
Osea, se dijo el hada, que el mastuerzo del rey, no me ha invitado, bah! qué les vaya bien, se dijo, pero, la idea de que la habían despreciado comenzó a rondarle por la cabeza y aunque pretendía no darle importancia, el alborozo y la algarabía que el nacimiento de la princesa había despertado en todos, impedía que dejase de pensar en la situación.
Y por qué no me habrán invitado, se creerán mejores que yo? bfff si son unos pata en el suelo, se las dan de gran refinamiento y no son mas que unos pelafustanes.
Si hubiera sido un error ya tendrían que haberse dado cuenta, aunque lo dudo, son todos tan inútiles en ese castillo de pacotilla que no saben donde tienen una mano y donde está la otra.
Poco a poco y a medida que razonaba el asunto, la rabia, la envidia, el rencor, comenzaron a crecer y crecer y cuanto mas pensaba en el asunto mas se enrabietaba.
Bah, monarcas de poca monta, se piensan que no me sentiré despreciada ante el insulto, me presentaré el día de la fiesta y les dire cuatro cosas.
Los días pasaban, la animación en el pueblo era desbordante, por donde andaba todo eran comentarios, preparativos y alegría.
La única que estaba retraída era ella, todos estaban eufóricos menos ella, todos anhelaban que llegara el día indicado menos ella que rumiaba y rumiaba la forma de darle una buena lección al rey petimetre, a la pringada de la reina y a toda la corte de memos que en ese estúpido reino vivían.
Primero pensó en convertirlos a todos en ranas y sapos asquerosos, ja ja ja, reían pensando en ello, luego decidió en dejar calvas a todas las mujeres y a los hombres desdendatos, qué guapos estarán todos, se dijo, por fin y tras mucho pensarlo acordándose del motivo de todo aquel aborozo se le vino a la mente la pequeña e inocente princesa recien nacida.
Desde ese momento empezó en su cabeza a idear formas de arruinar a la culpable de todo aquel desaguisado que se había armado.
Ja ja ja, pensó, todos le dan obsequios, yo la dotaré de una enorme y gruesa nariz que la acompañará para los restos, o mejor aún le otorgaré el don de la memez, será la princesa mas torpe que exista.
Por fin, llegó el día señalado, el castillo estaba emperifollado, los nobles vestidos de gala y las mujeres con trajes elegantísimos.
La sala iluminada a mas no poder, y la princesa en su cunita en medio de todo aquel regocijo.
Uno a uno fueron pasando los súbditos para presentarles sus respetos a la familia real, llegado el turno de las hadas, desfilaron una tras otra y cada una de ellas le otorgaba a la recién nacida un don a cada cual más hermoso y útil.
Sabiduría, encanto, sagacidad, hermosura, salud, inteligencia, comprensión...
El hada observaba enfurruñada desde un rincón toda aquella situación.
Pasmarotes, se decía, bobalicones, palurdos, catetos, aldeanos, los insultos no paraban a medida que los nobles pasaban delante de la princesa.
Cuando creyó que todos habían terminado salió de su escondite y se presentó ante la familia real.
Anda, o sea que ha nacido la princesita, por fin majestad habéis sido útil para algo, dijo.
Todos quedaron mudos ante tal descaro.
Se acercó a la cuna y viendo a la princesita que dormía dijo con desprecio, psss y por ésto tanto alboroto? es fea y recontrahecha, ha salido a la familia real.
Cómo osais, dijo el rey ofendido.
Anda, el señor se enrabieta por que digo la verdad.
Guardias! pidió la reina enfadadísima, apresad a esta insolente!
No, no hace falta, señora, dijo e hizo una reverencia a modo de burla, si he venido a ofrecerle mi regalo a la princesita de vuestros amores.
Tanto el rey como la reina temieron ante aquellas palabras y avanzaron unos pasos para impedir que el hada continuara.
Entonces el hada se alzó en el aire y con voz terrible dijo: esta princesa crecerá pero no llegará a gobernar, cuando cumpla 15 años se pinchará con el huso de una rueca y morirá, será la ruina del reino, y todos quedarán tan tristes que no comerán, ni beberán ni querrán vivir sin la princesa.
Los guardias corrieron a apresar a la ofensora, pero el hada desapareció y nunca mas supieron de ella.
Todos quedaron atónitos ante la terrible maldad de aquella hada, no solo había maldito a la pobre niña sino que todos estaban expuestos a la maldición hecha.
Los murmullos comenzaron a surgir en la reunión, sin embargo ocurrió algo imprevisto por todos.
Un hada que se había rezagado llegó justo en el momento en que las palabras del hada malvada se oyeron y permaneció atenta a todo cuanto ocurría.
Ante la desesperación de la corte habló: no os preocupéis majestad, falto yo por otorgarle un obsequio a la princesa, no puedo deshacer el hechizo dado por esa malvada, pero podré recomponer al menos su terrible sentencia.
Crecerás bella princesa, te pincharás pero no morirás, dormirás simplemente, y tu cuerpo se mantendrá sano y perfecto, nadie se entristecerá pues no habrás muerto sino que dormida estarás.
El rey inmediatamente ordenó que se quemaran o destruyeran todas las ruecas y todos los utensilios de las mismas que pudiera haber en el reino.
El edicto se cumplió en el acto.
Creyeron con seguridad que sin el utensilio que habría de ser la causa de la maldición efectuada, nada podría ocurrir y el terrible presagio que sobre la princesa se echó dejaría de ser efectivo.
Con aquella tranquilidad fueron pasando los años y la princesa creció llena de gracia, encanto, sabiduría y todos los dones con que había sido agasajada.
Se acercaba la fecha de su cumpleaños de su quinceavo cumpleaños y aunque jamás desde que el rey mandara destruir todas la ruecas del país habían tenido noticias sobre el uso de ruecas o su presencia en ninguna parte del reino el monarca ordenó que la princesa no saliera de palacio bajo ningún concepto.
Encerrada en el castillo la princesa vaganbudeaba por las torres y jardines aburrida a mas no poder, ella gustaba de salir al mercado, conocer gente, hablar con los vendedores de los puestos, escuchar cuentos que le narraban las ancianas...
Por órden de su padre tenía que estar en palacio hasta que pasara el día de su cumpleaños.
El mismo día en que cumplía los 15 años estaba la princesa rondando por las habitaciones del castillo y de pronto sintió un ruido como de una rueda que venía desde una de las torres.
Shsss, shsss, shsss, shsss, subió las escaleras curiosa, nunca antes había escuchado semejante sonido.
Llegó ante una puerta y la abrió un poco, adentro encontró a una ancianita que sentada frente a una especie de maquinita la hacía girar con un pie y con las manos agarraba una madeja.
Oh, dijo la anciana sorprendida, princesa, qué sorpresa.
Buena señora, que hacéis, que máquina es esa que usáis?
Es una rueca mi niña, estoy trabajando con ella véis.
Una rueca? y para qué sirve? quién sois? nunca os había visto en palacio.
Estoy haciendo hilo pequeña, véis, se pone la madeja aquí y con este huso se va agarrando el hilo que se va formando.
La princesa estaba ensimismada ante lo que la viejecita estaba haciendo.
Venid princesa, dijo la anciana, sentaros a mi lado, mirad como hago mi trabajo, se que os gusta escuchar cuentos.
Me encanta, le contestó la muchacha, y tomando un taburete se sentó al lado de la vieja.
Mirad princesa, esta rueca es vieja, muy vieja, mi abuela ya hilaba lana con ella, me sentaba a su lado para verla trabajar, así como hacéis vos conmigo ahora, y con ella fue que aprendí a trabajar con la rueca, viendo y practicando.
Puedo aprender yo? dijo la chica.
Claro, sentaros aquí, le dijo la anciana, moved con el pie el pedal y tomad con vuestra mano el huso, pero cuidado no os pinchéis con el.
No bien había dicho aquello la vieja cuando la princesa pegó un pequeño chillido, ay! dijo me acabo de pinchar y en ese momento cayó al suelo.
La vieja sonrió malignamente y se transformó en el hada que había arrojado la maldición sobre la pequeña.
Ja ja ja, rió llena de orgullo, creyó el bobalicón de tu padre que destruyendo las ruecas no se cumpliría la profecia que arrojé sobre ti, rió llena de satisfacción y su risa se escuchó en todo el castillo.
En ese momento el mundo se paralizó en aquel reino.
Todos sus habitantes cayeron al suelo, pero no muertos, dormidos.
El hada desde la ventana de la torre observaba como poco a poco el mundo se caía ante sus ojos.
Los soldados, los vendedores, las gentes que compraban, todos fueron cayendo al suelo allí donde se encontraban.
Hasta los animales se paralizaron, el hechizo que había vertido sobre la princesa estaba dando resultado, pensaba el hada que estaban muertos todos en aquel reino, pero gracias al hada que la había seguido el día aquel nadie moría sino que dormían.
Se fue el hada malvada satisfecha y se perdió esta vez para siempre.
Todos en el país quedaron allí donde habían quedado en el momento en que la princesa se pinchó con el huso de la rueca.
Pasaron los años, tantos como cien, y la leyenda del reino adormilado se esparció por los reinos vecinos.
Muchos fueron los que intentaron entrar en aquel reino pero en cuanto lo intentaban así como todos los habitantes del reino el que penetraba en aquellas tierras al instante caía al suelo y también se mantenía profundamente dormido.
Las matas, árboles, hierbas fueron creciendo e inundando todo.
Los jóvenes mas aguerridos, los caballeros mas osados, todos pretendían entrar en el reino adormilado y tomar posesión de aquellas tierras o demostrar al resto que con su arrojo y valentía habían entrado y salido indemnes.
Tanto tiempo pasó que poco a poco las gentes fueron olvidando el asunto y como la naturaleza había tomado posesión de todo en aquel reino, la misma naturaleza conformó una tupida muralla que hacía imposible entrar en las inmediaciones.
Como siempre en los cuentos de hadas hay esperanza, cuando todos se habían olvidado del reino, cuando ya nadie pretendía entrar en aquellos dominios surgió un príncipe de un reino muy, muy remoto que conociendo la leyenda del país dormido quiso averiguar si era cierto lo que se decía.
Se hizo enterar de lo ocurrido y acudió a las tabernas para conocer las historias que se contaban sobre el misterioso reino.
Unos decían que todo había sido un invento de las gentes viejas para asustar a los niños y jovenes.
Otros sin embargo aseguraban que todo era verdad, que conocían a tal o cual caballero que había entrado y luchado con dragones, enormes serpientes y animales fantásticos.
Después de atender a todo lo que se decía el príncipe se acercó a la frontera del lugar y efectivamente la naturaleza había hecho su trabajo un muro de zarzas, espinos y gruesas ramas impedían el paso hacia su interior.
Intentó el príncipe con su espada cortar la maleza y abrirse camino pero le resultaba imposible, no bien cortaba una rama aparecían dos, el sablazo que acababa de dar a la zarza era prontamente recuperado por la madre naturaleza ante sus propios ojos.
Pensó el joven qué hacer ante semejante situación y parándose enfrente habló. se madre naturaleza que proteges el reino, entiendo tu celo, pero me podrías dejar entrar?
Y aunque no lo creais de pronto las ramas y zarzas se apartaron abriendo una puerta para que el joven príncipe pasara.
A medida que penetraba en el reino la naturaleza se apartaba y se cerraba detrás de sus pasos bloqueando nuevamente el camino.
El príncipe quedó asombrado, poco a poco fue entrando mas y mas en el reino y poco a poco descubría cuerpos de hombres, mujeres, perros, vacas, todos con buen semblante y color, entendió que no estaban muertos, sino simplemente dormidos, los escuchaba respirar profundamente presos todos de un sueño profundo y relajante.
Caminando se fue apróximando a la villa y a las puertas del castillo que seguía conservando todo su esplendor y magnificencia.
Penetró en el palacio y recorrió asombrado todas las estancias.
Llegó a la habitación en que la princesa estaba tumbada en el suelo al lado de la rueca y al verla su corazón dio un vuelco, en ese instante se enamoró de la bella muchacha.
La tomó en sus brazos y la llevó a una habitación en donde la posó sobre la cama.
Estaba embobado contemplando a la princesa, no sabía que hacer, buscó flores y rodeó el cuerpo de flores.
Estuvo en aquel trance un buen rato y pensando en que no podría estar allí para siempre decidió irse y mantener aquel reino adormilado en su memoria.
Se acercó a la princesa y le dio un beso en la frente a modo de despedida.
En ese momento la princesa abrió los ojos y quedó sorprendida de lo que ocurría.
Justo al mismo tiempo todos en el reino fueron despertando del letargo en que se habían sumido.
El mundo volvió a caminar en el reino dormido, los hombres, mujeres y animales recobraron el vigor y sonnolientos fueron despabilándose poco a poco.
El príncipe acompañó a la princesa ante los reyes y contó todo lo ocurrido.
Los reyes a su vez revelaron al joven la maldición que se había cernido sobre ellos y agradecieron ser el salvador del reino.
Pasado un tiempo el príncipe y la princesa se enamoraron y se casaron.
La historia termina como todas las historias de hadas con eso de vivieron felices para siempre.
Bueno y esta es la historia de la que se conoce como la bella durmiente, se dice que ocurrió de verdad en un reino del que se ignora el nombre pero como muchos cuentos de hadas que se pierden en el tiempo, quien sabe, verdad?
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