Había una vez, una ratita muy coqueta que estaba barriendo la acera de la casita en que vivía.
Lo hacía con mucha alegría y afán.
Mientras barría siempre cantaba: La lara larita barro mi casita, la lara larita queda muy limpita.
En esas vio algo que brillaba mucho y se acercó a ver que era.
Vaya, nada mas y nada menos que se encontró allí en el suelo un centavito.
Menuda alegría le entró a la ratoncita.
Qué maravilla!!! cuánto dinero!!!
Enseguida se puso a pensar en qué podría gastarse ese dinero.
Hum - podría comprarme caramelos - pero, arrugando el hocico se dijo - uy no, que me dolería la barriga.
Hum - podría comprarme unos pasteles - pero, mirándose el vestido dijo - no que podría mancharme con la crema.
Muy indecisa con aquella riqueza inesperada, se peinó, tomó su bolso y se fue al mercado, allí podría elegir bien lo que podría hacer.
Paseó por todos los puestos mirando y remirando, pensando y repensando hasta que así de pronto se vio ante un escaparate de una tienda de retales y telas.
Entró y nada mas entrar vio una cinta roja de satén tan lustrosa, tan roja, tan bonita que no tuvo mas nada que pensar.
Se compró un metro de aquella cinta y se fue a casa contenta a mas no poder.
Se hizo dos lacitos uno que se puso en la cabeza y otro en la puntita del rabo.
Pero qué guapa estaba la ratoncita.
A la mañana siguiente salió a barrer con sus lacitos puestos.
La lara larita, barro mi casita, la lara larita, queda muy limpita.
Al verla tan hermosa, se le acercó un gallo y le dijo - ratita, estas muy bonita, te casarías conmigo?
Ella, lo miró y le preguntó - y por las noches que harás?
Kikirikiiiiiiii
Uy! no! que me despertarás.
Pasó después un perro, al verla tan guapa le dijo - ratoncita bonita, te casarías conmigo?
Hum, y por las noches que harás?
Guau, Guau, Guau
Ay! no! que me asustarás.
Al rato pasó un gato y al verla le dijo - ratoncita te veo muy bonita, te casarías conmigo?
Y, y, y por las noches que harás?
Miauuuuu, Miauuuu
Ay! no! qué miedo me da.
Pasó entonces un ratoncito muy asustadizo y con mucho temor se le acercó y le dijo - ra-ra-ratoncita, perdona, estas muy guapa con tus lacitos rojos, te casarías conmigo?
A la ratoncita le gustó que fuera tan educado y respetuoso, y dime- por las noches que harás?
Dormir y callar.
La ratita se puso muy contenta, la respuesta le pareció la mas bonita de todas.
Se casaron, y todas las mañanas la ratoncita salía a barrer como siempre con sus lacitos y seguía cantando la lara larita, barro mi casita, la lara larita, queda muy limpita.
El ratoncito salia con ella y le ayudaba a limpiar los cristales, sacudir el felpudo y sacando la basura.
Después salían tomados del brazo a pasear por las calles.
Y colorín colorado este cuento se ha....
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