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Hansel y Gretel

 
 
 
 
 
 
 

 
 
Hace mucho tiempo, en las próximidades de un hermoso bosque alemán vivían dos niños llamados Hansel y Gretel.

Su padre era leñador y todos los días salía al bosque a buscar leña para vender en el pueblo.

Su madre había muerto de unas fiebres y cuando el padre se volvió a casar lo hizo con una mujer que estaba llena de ínfulas y pajaritos en la cabeza.

Señora, pongo la mesa? - preguntaba Hansel -

Ella lo miraba y le decía : si, pon la mesa, para lo que tenemos de comida, decía quejumbrosa, buenos manjares tendría yo si hubiera escogido mejor marido.

Señora - le decía Gretel - le ayudo con la escoba? -

Ella la miraba enfurruñada y le decía:  me estás llamando bruja? anda, toma y barre bien, así de sirvientes debería tener yo y no estar aquí de cachifa para todos vosotros.

Sucedió que vino una gran carestía por aquellas tierras y cuando ocurren estas cosas la gente pobre sufre de falta de dinero para todo lo esencial y claro pues no se vendía tanta leña y las cosas en casa de nuestros amigos estaban muy, muy mal, tan mal estaban que no tenían nada que comer mas que pan.

Que haremos con los niños - dijo una noche el padre a su esposa - no tengo nada para darles de comer, mi corazón se parte en pedazos al verlos adelgazar poco a poco.

Nosotros también las pasamos canutas - le respondió ella -

Mujer, pero somos adultos, aguantamos mejor las penurias.

Bueno - dijo ella con indiferencia - si tanto te duele verlos languidecer poco a poco, llevémoslos al bosque mañana y los dejamos allí.

Pero qué dices mujer, estás loca? cómo voy a hacer semejante cosa con mis hijos?

Ah, entonces marido mío, para qué me preguntas? solo
para quejarte? no querías una solución? qué prefieres? verlos morir poco a poco de hambre? o dejarlos en el bosque y quién sabe? quizás los encuentre alguien y los acoja en su casa?

Hansel que se había levantado para beber agua oyó la conversación y pensando en lo que podría pasarle a él y a su hermana, salió a la calle y viendo que con la luz de la luna  algunas piedras brillaban comenzó a meterse en los bolsillos piedrecitas que brillaran.

Al día siguiente salieron todos al bosque, supuestamente a buscar leña.
 
 
 
 
 

 


Llegando a un buen trecho de camino les dijo el padre: que - quedaros aquí, nosotros nos internaremos adentro del bosque a buscar haces de leña.

Pasado un buen rato, Hansel y Gretel quedaron dormidos.  Al despertar ya la noche se les había echado encima.

Hansel qué haremos? estamos perdidos, lejos de casa, nuestro padre no ha regresado, cómo volveremos?

Hansel le contó a Gretel lo que había escuchado la noche anterior, pero no temas Gretel - le dijo - anoche recogí muchas piedras que resplanceden con la luz de la luna, esta mañana las fui dejando caer en nuestro recorrido, cuando salga la luna veremos su resplandor y podremos volver a casa.

Así fue, en cuanto salió la luna lunera su luz comenzó a bañarlo todo y efectivamente las piedrecitas que Hansel había tirado por el camino los condujo poco a poco hasta el hogar.

Tocaron a la puerta y fue la señora a abrir, la mujer al verlos primero puso cara de cansancio y al momento cambió y se volvió un encanto de señora.

Querido, han vuelto! pasad, pasad pequeños - dijo llenándolos de besos y abrazos - nos teníais muy preocupados, nos perdimos en el bosque y no supimos encontraros y volvió a darles besos y abrazos.

Gretel estaba atontada sin saber que responder, Hansel no entendía nada de nada la señora nunca los había tratado de esa manera, ni siquiera una caricia, ni un buenos días.

Pero, pero, pero - decía el padre tontamente -

Pero, cómo habéis encontrado el camino? atinó a decir la señora, con una enorme sonrisa fingida en su rostro.

Hansel se quedó mudo, sin saber que responder.

Con unas piedrecitas que brillan con la luz de la luna - respondió Gretel ingenuamente - Hansel las recogió ayer por la noche, brillan con la luna y así hemos encontrado el camino.

Al decir esto la mujer miró a Hansel con sorpresa y enseguida agregó, bueno, maravilloso, ahora todos a dormir, tooodooos dijo mirando a Hansel, mañana es otro día.

Esa noche Hansel nuevamente estuvo a la espectativa a ver si oía alguna conversación entre sus padres y efectivamente así fue.

Qué haremos? decía su padre.

Calla, contestó la señora malhumorada, ya vuelves con tus remilgos, quejas y llantos lastimeros, mañana volvemos al bosque, pero nos tendremos que adentrar más profundamente todavía.

No piensas que lo ocurrido hoy sea una señal? preguntó el marido que mostraba ser un pelagatos total y manipulable.

Una señal, una señal, lo único que demuestra es que son mas listos de lo que tú pensabas y estoy convencida que con tal ingenio podrán salir adelante sin ningún problema, al contrario si se quedan en casa, aparte de quitarnos la poca comida que nos queda, se volverán vagos y mantenidos, Ay! si mi madre me hubiera dado una décima parte de lo que nosotros les ofrecemos ya verías si me hubiera casado contigo, vamos, estaría rodeada de lujos, confort y buenos platos de comida a la mesa, y ahora duerme de una vez que de tanto pensar se te está quemando el poco cerebro que te queda.

Y diciendo esto al poco estaba roncando la señora como si no hubiese pasado nada.

Hansel temeroso de lo que había escuchado se acercó a la puerta para salir y buscar mas piedras, pero se encontró con que se la habían cerrado a cal y canto y por mas que intentó buscar la llave no pudo encontrarla por ningún sitio.

A la mañana siguiente los despertaron muy temprano, los hicieron levantarse como si se estuviera quemando la casa.

Arriba! gritó la señora, vamos que ya pasó la burra  de la leche y se nos hace tarde.

En la cocina los estaba esperando el padre con cara compungida y resignación.

La señora le echó una mirada recriminatoria y enseguida volviéndose a los niños les dió un pedazito de pan a cada uno y les dijo: vamos queridos, tenemos que buscar leña para ver si vendemos y ganamos buenos dineros para daros todo el pan que necesitáis.

Yo, dijo Gretel, hoy no me siento muy bien, me debería quedar en casa para tenerla calentita y así cuando volváis os estaré esperando con un poco de sopa.

Sopa? se extrañó la señora, y con qué harás la sopa? con agua nada mas? vamos, no seas quejumbrosa, el aire te sentará de maravilla, cuando yo tenía tu edad,

Buf, enseguida dijo Hansel, todavía se acuerda?

Niño, no me interrumpas, tengo mucha menos edad de la que aparento, le dijo seca y bastante enfandada, ay! si tuviera otro marido ya verías mi verdadera figura estilizada, con buenos vestidos ya te diria yo.

Bue, bu, bueno vamos, terminó por decir el padre que miraba a los niños desconsolado.

Salieron los cuatro al bosque, Gretel tomó a su hermano fuertemente de la mano.

No te preocupes, le dijo Hansel, no pude salir anoche a buscar piedrecitas brillantes, la señora cerró la puerta y guardó la llave, pero he tenido una idea,  iré tirando miguitas del pan que nos han dado para poder encontrar el camino de regreso.

Esta vez entraron y entraron y entraron en el bosque, dieron vueltas, regresaron parte del camino y volvieron a adentrarse más todavía en lo profundo de la selva.

Lo hicieron con la idea de desorientar a los chiquillos.

Al llegar a un pequeño claro volvieron a dejarlos allí solos con la promesa de regresar muy prontito a buscarlos para retornar a casa.
 
 

 


En cuanto los dejaron y se hubieron alejado un poco, el padre le dijo a la mujer: tú crees que podrán encontrar el camino de regreso?

Vamos, después del recorrido que hemos hecho si vuelven te juro que les doy un beso y jamás volveré a plantearte cosa semejante.

He, hemos dado tantas vueltas y volteretas que hasta yo estoy desorientado.

La señora lo miró arrugando los labios y tomándolo de la mano lo encaminó por el sendero que llevaba a la casa.

Ay! si me viera mi madre, en vez de dos, tengo tres niños que cuidar, no se como volver, no se como volver, qué sería de ti sin mi destreza? menuda me ha tocado al casarme contigo, vamos anda, que no te perderás, no, si ya me lo decía mi madre, buscate un buen hombre que te mantenga y te llene de cuidados.... y así rumiando contra su destino se fueron alejando ambos de Hansel y Gretel.

Los niños no esperaron esta vez al regreso de los padres, pues si esperaban a la noche las miguitas de pan no brillarían como las piedras de la noche anterior, así que una vez que los vieron desaparecer se pusieron en pie y comenzaron el camino de regreso, pero ay! qué sorpresa se llevaron al ver que los pajarillos se habían comido las migas de pan que Hansel había esparcido por todo el camino. 

Qué haremos? preguntó Gretel, los pájaros se han comido el pan.

Hansel la miró aturdido, no, no, no se Gretel, hemos dado tantas vueltas que no sabría regresar a casa.

Se acurrucaron en el suelo y ante la llegada de la noche decidieron comenzar a caminar en busca de algún sendero que los pudiera llevar al rio, alguna aldea o quizás encontrarse con alguien que los pudiera orientar.

Caminaron durante largo rato y a lo lejos pudieron ver una estela de humo probablemente del fogón de alguna casa.

Se encaminaron hacia el humo y guau! qué cosa más extraña! ante sus ojos apareció una casita de chocolate, galletas, hojaldres y caramelos.

Ambos se quedaron asombrados, el hambre les hacía ver esa maravilla? estaban alucinando?

Pasito a pasito se acercaron y Gretel tomando un trocito de pared se lo comió y abrió los ojos alucinada, estaba riquísimo! era bizcocho!

Hansel!, le dijo a su hermano, come!, es de verdad!, no es un sueño!.

Hansel comenzó a comer arrancando también pedazos de pared, y parte de la ventana.

Estaban ambos en esa grata comilona cuando de pronto la puerta de la casa se abrió y salió una mujer bastante anciana que los miró sonriente.
 
 

 


Comed pequeños, comed todo lo que queráis, dijo, no os preocupéis.

Los niños se quedaron mudos.

Vamos! no seáis tímidos, teniais hambre verdad? qué ocurre os habéis perdido?

Gretel fue la que habló primero, estabamos recogiendo leña con nuestros padres y no sabemos encontrar el camino de regreso a nuestra casa.

Pobres, dijo la anciana, se hace de noche, venid pequeños, venid a calentaros en el hogar, adentro hay mas comida, descansad esta noche y mañana podréis volver a  vuestro hogar.

Los niños entraron entre tímidos y agradecidos por el amor que la mujer les estaba mostrando.

Cuando los niños pasaron y la anciana cerró la puerta detrás su rostro cambió y su dulzura se convirtió en una macabra expresión de odio.

Los trató con mucho mimo y delicadeza durante la cena, les traía leche, galletas, pedazos de bizcocho y los alagaba con palabras cariñosas.

Pobres chiquillos, comed hijos comed con ganas, os veo muy flacos y macilentos, hay mucha escasez verdad? aquí no pasaréis hambre, diciendo esto agarraba los brazos de Hansel y decía, hum que pocas carnes tienes muchacho, habrá que engordarte un poco y mirando a Gretel le dijo, tu podrás ayudarme en las tareas del hogar mientras engordas.

Pero, nosotros nos iremos mañana, dijo Gretel, nuestro padre estara triste por nosotros.

Claro, claro pequeña, no hagas caso de esta vieja, se me va la cabeza un poco.

Cuando saciaron su apetito de pronto les entró una gran modorra y una pesadez que les hacía casi casi quedarse dormidos allí mismo.

La anciana los contemplaba callada y con una extraña sonrisa.

Hansel sintió temor al ver el rostro de la vieja, intentó despabilarse pero sus ojos se cerraban muy a su pesar y sin saber cómo quedó profundamente dormido.

Cuando abrió los ojos se sorprendió mucho pues se encontraba en una especie de jaula en un lugar oscuro, intentó salir de su encierro pero un enorme candado se lo impedía.

No supo cuanto tiempo estuvo allí encerrado pero de pronto se abrió la puerta y vio aparecer a su hermana con un cubo y una escoba.

Hansel, le dijo Gretel acercándose hasta el, te has despertado.

Qué ha pasado Gretel? porqué estoy preso en esta jaula?
 
 

 


Ay Hansel, esta mañana cuando me desperté me encontraba aferrada a unas cadenas, la señora de esta casa es horrible, anoche no se como no vimos su verdadero rostro, es fea, arrugada, y mala, muy mala, me tiene encadenada y me obliga a hacer todas las tareas de la casa, no me deja descansar y si dejo de hacer mi trabajo se enfada mucho y amenaza con meterme en un gran caldero y cocinarme.

Hansel no salía de su asombro.

Niña, dijo la vieja asomándose a la puerta, que tanto mascullas ahi, ah, tu hermano ya se ha despertado, se acercó hasta la jaula y en ese momento Hansel vio lo horrible que se había vuelto la ancianita de la noche anterior.

Hum hay que engordarte durante días para que estes de buen comer.

Gretel la miró asustada.

Vamos, vamos, no pierdas el tiempo en chácharas inútiles, tienes mucho que hacer.

La ancianita amable que con tanto cariño los había recibido resultó ser una horrible bruja que tenía esa casita en el bosque en busca de gentes famélicas que se acercaran y atraparlos para poder comerlos después.

A Gretel la mantenía encadenada con un grillete y una larga cadena para que pudiera hacer todas las tareas que le encomendaba, y a Hansel lo había encerrado en una jaula para engordarlo y comerlo primero.

Todos los días le llevaba comida a Hansel y además buena comida, pollos asados, patas de cordero, patatas guisadas con guisantes, pasteles de postre y abundantes frutas, a Gretel le daba las sobras de lo que ella y Hansel no comían del todo.

Cada mañana se acercaba a la jaula y le decía a Hansel: a ver muchacho, dame la mano para ver como estás, pero Hansel le daba la pata de un gallo para que la vieja no supiera si estaba gordo o no.

Bah, sigues igual de flaco, no engordas ni a tiros.

Como el lugar donde tenía a Hansel siempre estaba bastante oscuro no lograba ver bien al muchacho, pero por el contrario a Gretel la podía ver claramente y a pesar de que no la alimentaba tan bien como al muchacho la veía mas robusta y lozana, así que un buen día decidió que se zamparía a Gretel asada y con una buena salsa.

Chiquilla, mira el horno para ver si esta ya caliente para poner a cocer el pan.

Gretel que tras varios días le conocia bien las intenciones, le respondió.

No se yo si el horno esta lo suficientemente caliente para el pan, habrá que echar mas leña,

Niña tonta, solo tienes que acercarte y mirar adentro.

Gretel se acercó pero en vez de mirar en el horno, miraba por otro hueco.

Pero que haces so mema, a la derecha, mas abajo, mas arriba, a tu izquierda, agh dijo la bruja enfadadísima, aquí, aquí es donde tienes que mirar.

En eso Gretel que se había echado para atrás le dió un empujón tan fuerte que la bruja entró toda  enterita en el horno y Gretel cerró rapidamente la puerta para que no pudera salir.

Ahh, asquerosa, cuando salga de aquí te haré puré y te comeré con una buena sartenada de setas.

Gretel corrió a buscar la llave que la liberara del grillete y luego soltó a Hansel contándole todo lo ocurrido.

Corrieron por el bosque y por fin encontraron el río, buscaron un puente que los dejara cruzar al otro lado y al fin pudieron encontrar el camino de regreso a su casa.

Llamaron a la puerta y fue su padre quien les abrió, al verlos lloró amargamente y los abrazó mucho y los besó una y otra vez.

Les contó todo el malvado plan que habían ideado para dejarlos en el bosque y lo arrepentido que estaba por haberse dejado llevar en tal horrible idea.

Su madrastra, enfadada  de las quejas que el padre tenía en todo momento por lo que habían hecho un buen día de mercado cuando intentaban vender algo de leña comenzó a discutir con el hombre, ya me tienes harta con tus llantos y quejidos, mira, ahi te quedas, así de hombres habrá en la vida que me den buena comida y buenos trajes, estaba tan enfadada que tropezó con una de las piedras del suelo y al caer se dió un mal golpe y murió al momento.

Los niños contaron a su vez todo lo que les había pasado en casa de la bruja.

El padre abrió los ojos asustado, menos mal hijos míos que os habéis podido escapar.

Desde entonces vivieron juntos, con poco que comer, pero los tiempos cambian y todo vuelve a ser normal.

Un buen día que estaban buscando leña en el bosque Hansel atinó con el camino que llevaba a la casita de chocolate y todos se encaminaron para ver si aun seguía en pie.

Se llevaron un gran sorpresa, en el prado no había casita, ni rastro de que hubiera habido allí casa alguna.

Y con todo lo que os he contado este cuento se ha terminado.
 
Tened cuidado eh' si algún día paseáis por un bosque de Alemania no os olvidéis que si véis una casita de chocolate, bizcocho y caramelos por mucha hambre que tengáis en ese momento, o por muy golosos que seáis, no os acerquéis a ella.  







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