Este cuento nos llega de la remota y misteriosa China.
Hace muchísimos años en una aldea de ese gran país había un hombre tan, tan pobre, que su único tesoro era un árbol de granadas al que cuidaba con esmero pues era su sustento.
Con sus frutos se alimentaba y vendía lo sobrante.
En la época de cosecha, se apostaba debajo del árbol y estaba a su cuidado día y noche.
Emudek, que así se llamaba éste buen hombre, custodiaba el granado con tanto celo pues ciertamente daba unas granadas que eran una delicia, en cuanto salía al mercado a venderlas, no duraban en el cesto ni un segundo, todos querían degustar las granadas de Emudek.
Cuando llegaba la fecha de empezar a cosechar los frutos, tenía el bueno de Emudek que pasarse las noches debajo del árbol sin pegar ojo, ya que mas de un despavilado chiquillo quería disfrutar de las granadas sin tener que pagar ni un mísero centavo por ellas.
Emudek estaba entonces cansado a mas no poder, por el día recogía granadas maduras, las metía en un cesto y las llevaba al mercado a venderlas, por las noches montaba guardia debajo de su granado para evitar que le robaran ni una sola de sus deliciosas granadas.
Parecía Emudek un rey sentado en su trono debajo del granado, ufano, soberbio, altivo y vigilante.
Así que con el tiempo los chiquillos y luego todo el pueblo comenzó a llamarle el rey de un granado.
La fama de las suculentas granadas y el tesón de Emudek por el cuidado del árbol, se extendió por toda China de manera fantástica, en todas partes se hablaba de El Rey de un granado.
Como se dijo, Emudek cuidaba su granado y lo vigilaba sin descanso, pero a ver, alguien puede estar sin dormir? pues no, por mucho que lo intentara Emudek daba cabezadas sentado bajo el granado y para su sorpresa comenzó a notar que alguien le birlaba granadas mientras dormitaba.
Muy enfadado consigo mismo, al día siguiente durmió durante el día y al llegar la noche se sentó debajo del granado y fingió quedarse dormido.
Abría un ojo de cuando en cuando para descubrir al ladrón, y en esas oyó un ruido y empezó a roncar para que el intruso pensara que no solo estaba domitando sino que estaba profundamente dormido.
Poco a poco el ladrón se fue acercando y justo cuando estaba convencido de lo profundamente dormido que estaba Emudek brincó sobre las ramas y comenzó a tomar granadas a toda prisa.
En eso Emudek saltó sobre el intruso y se quedó de piedra, un zorro era el ladrón que le quitaba sus preciadas granadas.
Lo agarró por la cola pero el zorro se zarandeó de tal forma que logró liberarse de Emudek.
Con un matojo de pelos en su mano Emudek comenzó a lamentarse por haber dejado escapar al astuto zorro.
Un vecino oyó los lamentos de Emudek y al enterarse de lo ocurrido le dijo, no te preocupes Emudek te voy a dar la solución, mira prepara con harina y agua una buena cantidad de cola y derrámala alrededor del granado verás que el zorro queda atrapado en la trampa y podrás darle una buena tunda.
Así lo hizo y efectivamente esa noche el zorro quedó atrapado por el engrudo que Emudek había hecho.
Muy contento El Rey de un Granado agarró al zorro y levantando un buen palo lo sacudió en el aire.
No, por favor! chilló el zorro, no me apalees, Emudek prometo ayudarte a salir adelante en tu vida, te hare rico, te prometo que te desposaré con una princesa.
Qué dices? zorro mentiroso, le respondió Emudek, soy pobre a rabiar tan solo poseo este granado que me alimenta y sostiene, cómo que voy a ser rico y me casaré con una princesa, no me engañes, o sea que además de ladrón eres un ladino?
No, le contestó el zorro, soy muy astuto, te aseguro que si no me apaleas me comprometo contigo a que te haré rico y te casaré con una princesa.
Emudek pensó en las palabras que el zorro le decía y mas por compasión que por creerlas liberó al zorro y lo dejó ir.
El zorro que era muy agradecido, eh que no todo el mundo lo es, pensó en la forma de ayudar a Emudek y ya dijimos que era muy inteligente, y astuto así que, acercándose al palacio del monarca de un país vecino pidió audiencia para hablar con el rey.
Por supuesto que al ver a un zorro tan zarrapastroso no querían darle la audiencia, pero por casualidad uno de los consejeros del rey escuchó la discusión que mantenía el zorro con los funcionarios.
Pero por qué no? qué acaso el rey no recibe en audiencia a todos sus súbditos?
Si, pero no tiene por costumbre recibir a zorros mentirosos, qué causa puede traer un animalito como tú para que el monarca te escuche?.
No es para mi querido amigo, le contestaba el zorro al funcionario malencarado, es para mi señor El Rey de un Granado que simplemente necesita un tamiz
Un tamiz? le dijo el hombre, y piensas que el Viejo Rey tiene tiempo de estar en esas menudencias?
Pero es para otro Rey, acaso pretendes que mi Señor El Rey de un Granado vaya por la calle preguntando a ver quién le presta un tamiz?
El consejero lleno de curiosidad se acercó a la conversación entre el zorro y los funcionarios.
Decidme zorro, para qué pensáis usar el tamiz que nuestro soberano le debería prestar a vuestro Rey?
Oh excelencia, hemos escuchado hablar que vuestro Señor tiene un tamiz que nos sería útil para tamizar las perlas y piedras preciosas que posee mi soberano El Rey de un Granado.
El consejero abrió los ojos asombrado, quién puede ser tan rico como para tamizar las perlas y piedras preciosas?
Curioso por conocer aquel misterio se llevó al zorro y lo hizo esperar en una gran estancia.
Entre la corte se difundió rapidamente el asombroso encargo que venia a pedir el zorro, nada mas y nada menos solicitaba audiencia al Viejo Rey para pedirle prestado un colador con la finalidad de tamizar perlas y piedras preciosas.
Como venía de parte del Rey de un Granado se comenzaron a difundir historias sobre el susodicho rey y ya conocemos que las cortes están llenas de charlatanes, cuentistas y bobalicones de todo tipo así que sin comerlo ni beberlo empezaron las habladurías.
Unos decían conocer de sobra al Rey de un Granado, otros comentaban haber oído hablar de su fortuna, magnificencia, y generosidad, otros lo ponían por las nubes, otros lo alzaban mas arriba todavía y el Viejo Rey terminó con la cabeza como un bombo de tantas cosas que se comentaban así de pronto sobre el Rey de un Granado.
Tanta curiosidad le entró al Viejo Rey que pidió le trajeran inmediatamente al zorro.
Uy! qué gran revolución causó la entrada del zorro en la enorme sala donde el Viejo Rey daba sus audiencias.
Los cuchicheos y susurros se suscitaban a medida que el zorro hacía su triunfal y pomposa caminata hacia donde el soberano de aquel reino le esperaba.
Decidme noble señor, comenzó hablando el Viejo rey, qué queréis de vuestro humilde servidor? en qué podemos ayudar nosotros a vuestro señor El Rey de un Granado?
Majestad, por favor, contestó el zorro, una nonada, una sutileza, una bagatela, vamos hasta reparo siento en molestaros con este encargo.
El zorro hizo el ademán de darse la vuelta para marcharse.
Por favor, dijo el Viejo Rey picado por la curiosidad, no tengáis vergüenza en solicitar lo que sea, estamos para serviros, a fin de cuentas si entre monarcas no nos ayudamos qué sería del mundo entonces? decidme que necesidad podemos solucionar al famoso Rey de un Granado?
Oh, como os dije es una simpleza Señor, apenas nos gustaría que con vuestra generosidad nos prestéis un tamiz de esos que usáis para colar la arena en vuestras construcciones.
Un tamiz? se extrañó el Viejo Rey.
Si, veréis majestad, estaba mi señor El Rey de un Granado en una de sus minas lindante con vuestros dominios cuando quiso separar rubíes, diamantes, pepitas de oro y otras piedras cuando se percató que no habíamos traído colador para tal menester...
Un colador para piedras preciosas y oro? se extrañó el Viejo Rey.
Si, fíjaros que tontería, contestó el zorro dándoselas de importante, olvidamos el tamiz y por favor, no vamos a ir cargando con piedrecitas y pepitas de oro de pequeño tamaño.
Ohhhh, dijeron todos los presentes.
Ti, ti, tiráis las pepitas de oro y piedras que no sean lo suficientemente grandes? preguntó asombrado el Viejo Rey.
Mínimo tienen que ser de éste tamaño, dijo el zorro y mostró un puño cerrado.
Ohhhh, volvieron a decir todos los presentes.
El Viejo Rey quedó con la boca abierta como un pasmarote, traedme un tamiz ya mismo, ordenó.
Le entregaron el colador al zorro y éste salió pomposamente de la sala mientras escuchaba multitud de siseos y conversaciones por lo bajito.
En el palacio del Viejo Rey se comenzó a hablar y hablar y hablar sobre el famosísimo Rey de Un Granado y si uno lo alababa el otro lo encaramaba, si alguien comentaba algo acerca de su fortuna, el que estaba oyendo contestaba aumentado por diez lo que el anterior había dicho.
Tenía el Viejo Rey una hija y pensando en lo inmensamente rico y poderoso que tenía que ser ese monarca la convenció para que se casara con ese gran partido que se les presentaba así sin comerlo ni beberlo.
Mientras tanto el zorro se las ingenió para hacerse mediante engaños con un collar de perlas el cual desgajó y algunas piedras preciosas de pequeño tamaño que engarzó entre los espacios del tamiz.
Dejó pasar algunos días para regresar al palacio del Viejo Rey esperando que su primera entrevista diera algún resultado.
Efectivamente mientras el zorro estaba ausente, en el palacio del Viejo Rey las conversaciones eran indiscutiblemente sobre lo rico y poderoso que era el Rey de un Granado.
La princesa estaba obnubilada con toda aquella palabrería, castillos, palacios, jardines, joyas, sedas, terciopelos, cada dama de honor le llenaba la cabeza con promesas, cada consejero real le prometía una vida repleta de confort y riqueza.
Cuando el zorro anunció su presencia el alboroto que se formó en palacio fue espectacular, las carreras por vestirse con el mayor lujo posible era aturdidor, los criados no daban abasto para satisfacer los peinados, recortar melenas, adecuar ropajes, planchar..... uf un corre, corre, por todos los rincones.
El zorro hizo una entrada pomposa en el salón de recepciones donde lo esperaban ansiosos el Viejo Rey, la princesa y todos los cortesanos.
Majestad, comenzó a hablar el zorro, aquí os devuelvo el tamiz que tan generosamente nos habéis prestado, sacó el cedazo de la bolsa en que lo traía y con mucho disimulo hizo que resbalara hasta el suelo y al chocar el tamiz se soltaron algunas de las piedrecitas que el mismo había sujetado entre los espacios, y claro rodaron por el suelo.
Todos miraron aturdidos aquello.
Oh, disculpad majestad, se excusó el zorro, no limpié bien el tamiz, llamad a vuestros criados que limpien esta basurilla.
Ba, ba, basurilla? dijo incrédulo el Viejo Rey.
Eso, no merece la pena Señor, exclamó con desprecio el zorro, mi Soberano ni se molesta en esas menudencias.
En el gran salón todos estaban con los ojos como platos.
Pero, quién era ese rey tan rico y poderoso que despreciaba las piedras preciosas de pequeño tamaño?
Decidme, dijo el Viejo Rey un tanto aturdido, y cómo podríamos hacer para conocer a vuestro monarca, mi hija ha quedado prendada de su riquez quiero decir de su fama y gran honor, sería posible concertar una reunión con tan honorable señor?
Hum, contestó el zorro fingiendo que pensaba, tendría que ver su apretada agenda para ver fechas disponibles.
Oh, mirad, mirad por favor, sería un gran honor conocer en persona a tan insigne monarca.
Partió el zorro en busca de Emudek.
Lo encontró apostado debajo de su árbol y le habló de todo cuanto había hecho.
Emudek quedó pasmado de lo que el zorro le comentaba.
Pero, cómo voy a presentarme delante de un rey que piensa que soy inmensamente rico?, estás loco? de dónde saco yo ropas de lujo?
Todo está previsto querido amigo, vamos, no perdamos tiempo.
Emudek confió en la astucia que el zorro estaba demostrando.
Llegados al río cercano al palacio del Viejo Rey le dijo el zorro: quítate la ropa y métete en el río y espera hasta que vuelva.
Majestad! Majestad dijo el zorro totalmente desfallecido al entrar por las puertas del palacio.
Qué ha ocurrido? preguntaron los consejeros mientras lo llevaban ante la presencia del monarca.
Una desgracia, una terrible desgracia, dijo el zorro al tiempo que lo sentaban frente al Viejo Rey que lo contemplaba aturdido.
Mi Señor, dijo fingiendo una fatiga que realmente no tenía, mi, mi, mi amado Señor, qué desgracia, qué desventura, qué fatalidad, dijo el zorro.
Hablad de una vez amigo que os ha ocurrido que tan mal venís?
Oh Majestad, que gran desdicha, mi Señor, El Rey de un Granado venía con cuarenta camellos cargados de perlas, joyas y piedras preciosas para presentaros sus respetos cuando una gran riada nos sobrevino al cruzar el río y se llevó a todos, a tooooodos los camellos, no ha quedado ni uno, mi pobre Señor quedó embarrado y lleno de lodo y al meterse en un recodo a lavarse y adecentarse para venir hasta Vos le han robado todo, está ahora en el agua metido para tapar sus vergüenzas.
Qué decís, dijo el Viejo Rey, qué desdicha tan grande.
Mi Señor El Rey de un Granado, me ha dicho que venga a buscar ropajes dignos de su prestigio para poder regresar a su reino, no puede presentarse con las manos vacías ante vos majestad.
No, no, faltaría mas, dijo el Viejo Rey, no temáis por los obsequios que me traía, los tengo por recibidos.
Mandó a sus criados a por ropajes dignos de un rey y escoltando al zorro lo envío de vuelta con unos guardias.
Emudek hizo su entrada en el palacio del Viejo Rey vestido como un auténtico monarca.
Al llegar ante el Viejo Rey Emudek trataba de comportarse según los consejos que había recibido del zorro.
Qué disgusto, qué disgusto, exclamaba el Viejo Rey, pero en qué mundo vivimos que una rey viaja por los caminos y le roban sus ropajes a dónde vamos a llegar?
Bañado y bien vestido Emudek enamoró a la princesa desde el primer momento en que se vieron.
Era Emudek alto, bien parecido, fuerte y con una sonrisa hermosa, así que en pocos días la boda se llevó a cabo con toda pomposidad.
Después de un tiempo de vida en palacio el Viejo Rey se empeñó en que tenía que conocer las tierras de su querido amigo el Rey de un Granado.
Qué hacemos ahora? le preguntó Emudek al zorro.
Tras un rato pensando el zorro urdió un plan.
Tras varios días de preparativos partió una gran comitiva desde el palacio del Viejo Rey, soldados, pajes, cocineros, mucamas... eran una multitud, pues todos querían conocer las tierras y posesiones del Rey de un Granado.
Eran tantos que formaban una polvareda a su paso, además los músicos montados en un carruaje tocaban melodías para acompañar a la comitiva y entre el ruido de caballos, los cacharros de la cocina que chocaban unos con otros y las risas y gritos pareciera que un batallón se enfilaba a la guerra.
El zorro adelántandose a todos corría a toda prisa.
Se encontró con un pastor con un enorme rebaño de ovejas, qué ocurre? a qué vienen esos polvos y ruidos que de tan lejos se oyen?
Huye, huye lo antes posible, una multitud de asesinos se apróxima, están degollando a todos los que encuentran en su camino, oh, ya no puedes escapar si te preguntan di que todo este rebaño pertenece al Rey de un Granado y así no te matarán.
Salió el zorro a toda prisa y al poco llegaron primero los soldados, eh tú, le preguntaron bruscamente al pastor, de quién es ese gran rebaño?
Este, este rebaño? contestó el pastor muerto de miedo, pues de El Rey de Granado, claro.
Lo obligaron a que se apartara del camino y la comitiva siguió su rumbo.
Llegó el zorro a un gran campo de arroz en el que trabajaban unos campesinos.
Oye, le dijo uno, a que viene tanto alboroto?
Qué hacéis insensatos, les dijo el zorro, trabajando tan tranquilos, se acerca un batallón de asesinos, le cortan la cabeza al que encuentran en su ruta.
Pero, a dónde iremos?
Bueno, si os preguntan por ese campo de arroz contestad que pertenece al Rey de un Granado, no se por qué pero si así se contesta no le hacen nada a las gentes.
Tal cual, al poco llegaron los soldados y preguntaron con mal humor a los campesinos, eh, mugrosos, para quien trabajáis estas tierras?
Para quién va a ser? para el Rey de un Granado.
Vamos, vamos, iros a vuestros quehaceres.
Los campesinos vieron pasar envueltos en polvo a la gran comitiva y quedaron con la boca abierta.
El zorro fue desperdigando ese cuento de los asesinos a todo el que encontraba y todos contestaban igual.
Así que todos los campos de cultivo, todos los rebaños de diferentes animales, todas las aldeas que a su paso encontraban, todo cuanto se divisaba, pertenecia al Rey de un Granado.
El Viejo Rey recibía continuamente notificaciones de las pertenencias del esposo de su hija, es riquísimo pensaba el Viejo Rey.
Llegó por fin el zorro a un gran palacio en que habitaba un rey pusilánime, escuálido y cobarde que apenas salía de sus habitaciones pues tenía miedo hasta de su propia sombra.
Rápido majestad no habéis escuchado el estruendo?
Si, si, pareciera venir la peor de las tormentas, cómo me voy a poner! ay, mi reuma, mi artritis, mi artrosis, mi alergia, mi catarro y mi lumbago.
Qué tormenta ni que nada, es un ejercito de ladrones que vienen destruyendo y arrasando todo cuanto encuentran a su paso.
Qué me decis? y qué podemos hacer?
Vámonos pronto al reino de vuestro primo al que llaman el enfermizo le dijeron sus consejeros.
Los del palacio salieron escopetados hacia su destino al tiempo que llegaba la comitiva.
Desde entonces Emudek vive en el palacio en compañía de su reina la hija del Viejo Rey.
Y vivieron felices y todo lo demás, claro os preguntaréis y nunca se descubrió que Emudek en verdad era un simple campesino y no un rey?
Bueno pues no, por supuesto, esto es un cuento, acaso los cuentos tienen que ser coherentes? desde cuando los zorros hablan, y los reyes son tan tontos? o un rey abandona su castillo así sin más?
Pues eso, que vivieron felices para siempre.
Por este cierto este cuento no os recuerda a otro muy similar pero en vez de zorro con un gato?
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