En un hermoso palacio por tierras de Rusia vivía un zar con sus tres hijos, Pior, Vasili e Iván. El zar era amante de las cosas hermosas, y tenía como su mayor posesión y la más querida de todas un árbol en los jardines de palacio que prodigiosamente daba frutos de oro. Todas las mañanas el zar bajaba al jardín y se pasaba largo rato contemplando el árbol. Y todas las mañanas contaba la cantidad de frutos que había, uno, dos, tres... Un buen día empezó a notar que faltaban frutas, extrañado volvió a contar y sí, efectivamente alguien había tomado una de las frutas que el maravilloso árbol ofrecía. Al día siguiente fue a contar y nuevamente faltaba un fruto, al otro día volvió a suceder lo mismo. Preocupado indagó entre sus criados y soldados a ver qué estaba pasando, pero nadie supo responder de tal delito, nadie había oído nada, nadie había visto nada. Esa noche puso a sus guardias a vigilar los jardines, pero tampoco vieron nada y sin embargo a la mañana falt...
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